julio 04, 2013

LA EXISTENCIA DE UN DIOS REDENTOR

Job 12:7-9 “Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; O habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo?”.

Romanos 1:20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa". 

Solo escribo un breve comentario (muy informal por cierto): 

Si Dios no existe, entonces, la creación que vemos a nuestro alrededor tampoco existe; lo cual, en mi humilde opinión, es absurdo. 

Hace poco vi en un canal cultural un documental muy interesante sobre el concepto científico del tiempo; en dicho programa participaban varios expertos y científicos de renombre que explicaban que el universo tal como lo conocemos no es infinito; se admite que sí tuvo un principio y, por ende, tendrá un final. Lo que, claro, lleva a deducir que si hubo un principio, entonces hubo una causa. Puedo afirmar con la Biblia que esa causa de todo fue Dios (Léase Génesis 1:1; Hebreos 11:3). 

Creo que de verdad se necesita ser necio (y lo expreso con todo respeto) para no admitir que detrás de todo el diseño del universo, los ecosistemas y del microcosmos, hay una inteligencia superior (Léase Salmo 14:1). Ni siquiera algo tan complejo y maravilloso como lo que es el cerebro humano, puede admitir la teoría de que surgió de modo accidental. Tampoco la teoría de la evolución puede explicar el altruismo. 

Pero las Escrituras sí nos explican todas estas cosas. De hecho, la revelación especial y escrita de Dios nos expone cómo fue la Tierra en sus inicios, la fundación de las especies y ecosistemas; cómo fue creado el ser humano, dotado de capacidades físicas, emocionales e intelectuales; también nos da a conocer como entró el pecado en el mundo y porqué el corazón del hombre está siempre inclinado al mal y responde una de las interrogantes más importantes a lo largo de la historia humana ¿Por qué existe el mal en este mundo? (Léase Génesis 1-3; Romanos 1:18-32; 5:12-19). 

Pero… ¿Saben qué es lo más maravilloso de hablar la existencia de Dios, de un Dios Creador? Que también es un Dios Salvador. Él se encarnó en hombre para poder salvarnos del poder del pecado y de la condenación eterna. Porque la Escritura testifica que Dios aborrece al pecador que ama hacer el pecado y que no existe ni un justo que puede estar en su presencia. Aun nuestras mejores obras son como trapo de inmundicia y nadie se puede justificar por medio de ellas. Por tanto, están bajo el juicio y la ira de Dios. Y todos los que han pecado, están destituidos de la gloria de Dios, porque la paga del pecado es la muerte (Léase Salmo 5:5; 7:11; Isaías 64:6; Mateo 1:21; Romanos 3:9-12, 19-20, 23 y 6:23; 1 Timoteo 3:16; Hebreos 9:27).

Porque para esto vino Cristo, para salvar lo que se había perdido, para ser nuestro sustituto, nuestro Salvador. Por eso Él hace un llamado al arrepentimiento y que crean en el Evangelio, de que el Hijo de Dios ha dado Su vida por Sus ovejas. Los que somos de Cristo Creemos que Jesucristo es declarado Hijo de Dios con poder, el Dios encarnado en hombre, el gran “Yo Soy”; el que ha dado Su vida en expiación por el pecado, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que murió en un cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día, llevando sobre Él mismo toda la maldición de la Ley, la Justicia y la Ira de Dios; para ser Él el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie puede ir al Padre sino es por medio de Él, el Justo por los injusto para que nos llevase a Dios, siendo el único mediador entre Dios y los hombres, y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, para que podamos ser salvos y darnos vida eterna; y esto es para que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Jesús es el SEÑOR, y por medio de Él ser justificados por la fe, teniendo paz para con Dios y hacer de nosotros nuevas criaturas e hijos de Dios. Somos salvos arrepintiéndonos y creyendo en el evangelio de Jesucristo. Y reunir en Cristo todas las cosas en los cielos y en la Tierra, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén (Léase Salmo 5:5; 7:11; Isaías 53:10; Marcos 1:15; Juan 1; 12-13, 29, 36; 3:36; 5:24; 8:58; 14:6; Hechos 4:12; Romanos 1:4; 5:1-2; 11:36; 14:11; 1 Corintios 15:1-8; 2 Corintios 5:17, 21; Gálatas 3:13-14; Efesios 1:12; Filipenses 2:11; 1 Timoteo 1:5; 1 Pedro 3:18; 1 Juan 2:2).

¡Solo a Dios la Gloria!